El formato reducido de la Dauphiné ha sido suficiente para despejar en cinco días muchas de las dudas que surgieron casi a la vez que el confinamiento por la Covid-19. La mayor de ellas quizás haya sido el cambio de jerarquía que se ha dado en el pelotón en favor del Jumbo-Visma y en perjuicio del Ineos, que despojado el poder absoluto que ha tenido durante la última década no ha sabido a qué jugar en la carrera francesa. El equipo holandés ha ganado tres de las cinco etapas y se hubiera llevado de calle la general si Roglic, el hombre más fuerte del pelotón con mucha diferencia, no se hubiera caído el sábado y no hubiera optado por no salir el domingo, decisión que considero muy acertada para otorgar a su cuerpo un día más de recuperación en el breve periodo que hay este año entre la Dauphiné y el Tour de Francia.
El dominio que ha tenido el Jumbo-Visma ha sido de la misma magnitud que el Sky de los mejores tiempos, algo excesivo para poder ver una competición de verdad en la que existan, al menos, dos o tres opciones reales. Su dominio ha sido total pero sin llegar a oprimir del todo a algunos oponentes que, al menos, han podido optar a dos victorias de etapa que fueron aprovechadas perfectamente por Formolo, valiente como siempre, y Lennard Kamna que presentó con 23 años sus credenciales de escalador en uno de los escenarios más difíciles ( Y por Daniel Felipe Martínez que, retirado Roglic por la caída, se llevó la General por su buen hacer en la última etapa).
El poder que ha lucido el Jumbo no permite ninguna duda, será la referencia en el Tour de Francia porque presenta al líder más sólido (Roglic), por las garantías que ofrece un Dumoulin en clara progresión, y por contar con equipo muy consistente para todos los terrenos. Roglic es, a día de hoy, el favorito número uno para el Tour. Es quién mejor preparado se va a presentar, con la confianza por la nubes y el único que parece ajeno a tener días malos, un problema muy generalizado este año en el pelotón. Al esloveno no se le conoce esa deficiencia. El año pasado, en el Giro, pese a que su rendimiento fue disminuyendo día tras día, no lo hizo de forma abrupta, sino lineal y muy a poco a poco, sin desprenderse por el precipicio de la general, una virtud imprescindible para aguantar tres semanas que exigen mucha regularidad. Nadie está exento de una flojera pasajera, pero Roglic es el más denso de todos.
El varapalo que ha sufrido por el contrario el Ineos ha sido tan notable como la brillantez del equipo holandés. El equipo británico ha estado prácticamente anulado a partir de la tercera etapa. Una vez retirado Egan Bernal, tuvo que cambiar de rumbo sin saber ciertamente a donde dirigirse. Toda la controversia que ha habido en las últimas semanas por las posibles desavenencias en el liderato, han sido aclaradas de raíz. El único corredor del equipo que en estos momentos ofrecer ciertas garantías es el colombiano, que a su vez, también ha dejado algunas incógnitas por su prematura retirada. El argumento oficial del equipo fue una dolencia en la espalda, pero testigos presenciales declararon a L’Equipe que lo vieron entrenarse con normalidad en los alrededores de la etapa. Sea como fuere, el desarrollo que ha tenido su temporada desde el reinicio muestra alguna duda. Bernal ganó con mucha soltura La Route Occitanie aventajando en más de 30 segundos a Pinot, en casi minuto y medio a Porte o en más de cinco a Miguel Àngel López, corredores todos ellos a los que no pudo enseñar la rueda más que en el esprint de la primera etapa de la Dauphiné. Si esas dudas de la faceta física se trasladan a su psicología, pueden ser un gran problema para un corredor de 23 años sometido a la presión que sufre siempre el vigente ganador.
Lo de Bernal, de todas formas, puede tener una solución más fácil que la de Froome y Thomas. Está claro que si el cuadruple ganador del Tour asiste definitivamente a la carrera lo hará en condición de gregario, el único status que le permite en estos momentos su recuperación. Y en cuanto Thomas, está claro que como Dumoulin debe progresar, pero quizás no tenga suficiente tiempo para llegar hasta donde exige la victoria. Al igual que otros muchos corredores ha tenido muchos disgustos con la recuperación de los esfuerzos, un problema al que se tendrán que volver a enfrentar durante el Tour por las notables deficiencias que ha provocado el Covid-19 en la preparación y el calendario, y el hecho de haber perdido más de media hora el último día no puede pasar desapercibido. Es cierto que el año pasado se presentó el Tour con apenas sin carreras desde mayo (en junio se cayó en la Vuelta a Suiza) y pese a ello fue capaz de finalizar la carrera francesa en segunda posición detrás de su compañero de equipo Egan Bernal, una situación que se antoja imposible por el abrupto cambio de jerarquía que se ha producido en ésta última semana.
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