La victoria de Egan Bernal en el Giro de Italia ha dejado algunas noticias muy positivas y a la vez algunas dudas que se despejarán solo con el tiempo. El colombiano ha vuelto a lo más alto, primera noticia que hay que celebrar por lo que supone para él personalmente y para el ciclismo en general. El ciclismo no está en disposición de prescindir de un corredor de su talla, pionero de la precocidad que domina en la actualidad este deporte. Cuando ganó el Tour de Francia 2019, fue el tercer corredor más joven de la historia en lograrlo, el más joven de la posguerra hasta que llegó Tadej Pogacar. Ahora, con el Giro de Italia también en el zurrón es el tercer corredor más joven en lograr Giro y Tour tan prematuramente, solo anticipado por dos auténticos genios como Gino Bartali, y cómo no, por Eddy Merckx, poseedor de todos los récords posibles.
Sus dolores de espalda, un factor limitante en la temporada anterior, parecen cosas del pasado aunque advierten que nunca desaparecerán por completo. Por de pronto apenas se ha hablado de ello en el Giro de Italia, carrera que ha ganado sin dar la sensación, eso sí, de haberlo dominado por completo. Se puede concluir que su rendimiento ha tenido dos partes muy bien diferenciadas, el punto de inflexión coincidió con el segundo día de descanso. Hasta entonces dio una sensación de una superioridad total que, además, iba in crescendo. Según solicitaba más esfuerzo el recorrido, mayor era la ventaja que obtenía el colombiano. Al inició, en Sestola, primera llegada en alto, solo respondió a los ataques de los adversarios más valientes, Vlasov y Landa. Más seguro de sí mismo, en la sexta etapa, Ascoli Piceno, tomó la iniciativa y comenzó a despejar el escenario de los favoritos, hasta que en Campo Felice, novena etapa, se deshizo de toda la rabia acumulada durante un año para ganar emocionado con un ataque seco que descolgó a todos los adversarios y vistió por primera vez una maglia que hacía gala de lo que estaba aconteciendo en la carretera.
Si alguien tenía dudas de su rendimiento, ahí están los record que estableció en Zoncolan y el Giau, dos puertos con muchas referencias para concluir tal detalle. Conviene aquí aportar otro dato más objetivo para la evaluación, su rendimiento en watios estuvo alrededor de 6.2 w/kg para esfuerzos de más de 30 minutos, un nivel al alcance de muy pocos corredores.
Pero ahí terminaron las exhibiciones físicas. Tras el día de descanso en Cortina de Ampezzo, nada fue igual, la situación cambió por completo. Sin ningún detalle que lo pronosticara, en Sega di Ala pasó de una actitud ofensiva a una totalmente defensiva. No fue una decisión voluntaria, si no obligada por una pájara de dimensiones importantes, algo desconocido en él. Sin tanta virulencia pero algo similar ocurrió en los dos finales en alto que precedieron a la crono final, que tampoco fue una prueba para exponerla en su haber, aunque esto puede ser más normal por todas las circunstancias que se daban en la disputa de la misma, sobre todo por la ventaja que llevaba sobre Caruso, que no llegó a inquietarle en exceso.
Con todo, la victoria de Egan Bernal ha tenido muchos más claros que oscuros y quienes duden de él deberán esperar a la Vuelta a España, posiblemente su segundo objetivo de la temporada. Si la gana pasará de pertenecer del club de los 17 corredores en ganar el Giro de Italia y el Tour de Francia, a otro más exquisito a la que solo pertenecen 7 corredores (Anquetil, Gimondi, Merckx, Hinault, Contador, Nibali y Froome) y además, sería el ciclista más joven el lograrlo.
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