De la noche a la mañana el cyclo-cross internacional ha vuelto a su cruda realidad, que no es otra que sigue siendo un dominio absoluto de dos corredores: Wout Van Aert y Mathieu Van der Poel, que pese a no haber debutado aún se deja notar por la constante presencia de su alargada sombra. El sábado, en Boom, Bélgica, en el debut de Wout Van Aert y Tom Pidcock, el tercero en discordia en el reinado de la especialidad, Wout Van Aert se dio tal festín que el resto de corredores parecían marionetas manejadas por el dominio brutal de un corredor total. El campeón belga de la especialidad y el resto de participantes parecían transitar por circuitos diferentes. El del Jumbo-Visma disfrutaba y entretenía a los aficionados con una exhibición que hacía tiempo no presenciaban. No había barro que detuviera su potente y elegante pedalada, tan similar en cadencia y eficacia al que exhibe con tremendo éxito en la carretera. El resto, penaba para intentar desprenderse del barro que les tenía anclado en el mismo sitio. La diferencia fue tan abultada que en la mayoría de los casos se contó por minutos (solo cuatro corredores por debajo de los dos minutos, ninguno con menos de 1’40’’).
Hasta ese día, el cyclo-cross se había entretenido con las batallas de Toon Aerts y Eli Iserbyt, el auténtico dominador de la temporada. El diminuto corredor del Pauwels-Bingoal se ha impuesto en doce carreras y lidera todas las clasificaciones de las challanges más importantes, así como la clasificación de la UCI. La prensa belga ha divulgado los motivos de la progresión, decían, que ha tenido el ciclista de tan solo 24 años. No han faltado artículos de prensa dando buena cuenta de todos los detalles que le han aupado hasta el púlpito de la especialidad.
Pero la llegada de Wout Van Aert y la diferencia sideral con el resto de los mortales merecen un análisis que Adrie Van der Poel se ha encargado de resumir con tres razones. La primera y más importante, el don natural que le ha otorgado la naturaleza. Van Aert posee un motor con una cilindrada descomunal que se encarga de pulirlo con unos entrenamientos tremendos (segunda razón) que comparte en las redes sociales y ya presagiaba que estaría en condiciones de disputar la victoria desde la primera carrera, pese a que él se había encargado de rebajar las expectativas declarando que la semana previa al debut había sentido ciertas molestias en la garganta que, seguramente, le impedirían estar tan competitivo como exigía la contienda. Nada de eso ocurrió. Y según el padre de Mathieu Van der Poel, la tercera razón se basa en la preparación estival, que nada tiene que ver en el caso de Van Aert, Van der Poel o Pidcock, con el resto de corredores. Dice con razón Adrie, que las carreras del World Tour te elevan a un nivel que es imposible de adquirir corriendo carreras de nivel continental, que es el caso de Iserbyt, Toon Aerts, Sweeck, Lars Van der Haar o Michael Vanthourenhout. Su consejo es, si pueden, incrementar la exigencia de la preparación en carretera. Si no, jamás alcanzarán al trío antes mencionado.
Ahora, tras la exhibición de Van Aert el pasado sábado, el pesimismo no ha tardado en extenderse a todo el grupo que ya se ha apresurado a declarar que tendrán que abandonar el objetivo de la victoria para mejores ocasiones. El único punto optimista que le queda al cyclo-cross es la vuelta de Mathieu Van der Poel, que sin duda ya habrá tomado buena nota de lo que aconteció en Boom. Mathieu debutará el 18 de Diciembre en la Copa del Mundo de Rucphen, pero los dos astros no se enfrentarán hasta el día 26 en Derdermonde, carrera en la que Van Aert dio un auténtico correctivo a Van der Poel (2’49’’ de ventaja) el año pasado. Será sin duda una cita ineludible para todo buen aficionado.
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