Con los campeonatos nacionales disputados, ya solo queda contar los días que transcurrirán hasta el comienzo del Tour de Francia, como todos los años la cita más importante de la temporada y la que más expectación suscita, algo que transciende del mero hecho deportivo. Ya no queda tiempo absolutamente para nada, a lo sumo, un fuerte entrenamiento para no perder el tono muscular que se ha estado trabajando durante los dos últimos meses.
En base a lo que se ha estado viendo durante la temporada, y sin olvidar lo acontecido en la edición anterior, todo hace indicar que una vez más se dará un enfrentamiento directo entre los dos eslovenos que ya fueron los protagonistas principales en 2020, Tadej Pogacar y Primoz Roglic. Todo el mundo coincide que ambos corredores están un peldaño por encima del resto de favoritos, es una evidencia que nadie se atreve a negar. Ahí están los resultados: Pogacar es el corredor más laureado de la temporada con 8 triunfos, tres vueltas por etapas y la Liege-Bastogne-Liege. Casi nada. Y el único que lo ha podido batir ha sido su compatriota Roglic, con un palmarés que muestra 5 triunfos, que, a buen seguro hubiera sido más amplio si no llega a ser por las caídas de la última etapa de la París-Niza.
El rendimiento de los dos eslovenos es tan similar, casi idéntico, que el más mínimo error que pueda cometer algunos de los dos podría otorgar la victoria al adversario más directo.
Pogacar ha dado la sensación de haber seguido con su progresión meteórica, sobre todo en la Tirreno-Adriático, carrera en la que se dio un festín de rendimiento. Pero, sin embargo, ha dejado alguna duda con respecto a su puesta a punto en la crono por haber sido batido por dos compatriotas, Jan Tratnik y Jan Polanc, en el Campeonato de Eslovenia de la especialidad.
De Roglic apenas se ha sabido nada en los dos últimos meses. Solo una cosa, que se ha sometido a un régimen estricto en las dos concentraciones de altura que ha realizado, primero en Sierra Nevada, y en Tignes, más tarde, meta de la etapa más decisiva de los Alpes. Es inaudito que un serio aspirante al triunfo final no haya participado bien en la Dauphiné o en la Vuelta a Suiza, o al menos en alguna carrera menor, lo cual demuestra unas cuantas cosas que merecen ser subrayadas.
En cada ocasión que Roglic ha bajado de una concentración en altitud, ha rendido a un nivel exquisito. Jamás ha tenido problemas de rendimiento ni de ritmo. Por tanto habría que descartar que los vaya a tener ahora, como demuestra, por otra parte, la victoria de Wout Van Aert en el Campeonato de Bélgica, un corredor que ha llevado una planificación y una preparación similar al esloveno, al margen de la operación de apendicitis a la que tuvo que ser sometido hace un mes. Segundo, Roglic siempre ha tenido algunas dificultades en la tercera semana de carrera, problema que se ha querido solucionar compitiendo menos que en otras ocasiones. Se va a presentar con solo 17 días de carrera, menos que nadie. Y en tercer lugar demuestra una confianza ciega en sus posibilidades.
Entre los corredores que se van a enfrentar por la victoria a los dos eslovenos, obligatoriamente hay que destacar al Ineos, un equipo que parece una arma de destrucción masiva. Cuentan con el ganador del Tour de Francia de 2018 (Geraint Thomas; que también ha ganado la Vuelta a Romandía este año); con el tercer clasificado del año pasado, Richie Porte, vencedor recientemente de la Dauphiné; Richard Carapaz ganador del Giro de Italia y que con su victoria en la Vuelta a Suiza ha presentado sus credenciales; y Tao Geoghegan, ganador del Giro de Italia 2020, y pese a tener un perfil inferior puede jugar un papel importante en el juego estratégico que deberá afrontar el equipo. Y digo deberá, porque no parece que en la lucha directa ninguno de estos cuatro corredores pueda desbancar a alguno de los dos eslovenos, un problema muy serio en una vuelta de tres semanas porque la fortaleza estratégica nunca ha sido el factor más determinante en las grandes vueltas. Si lo logran, sería una carrera grandiosa porque eso supondría que han puesto la carrera patas arriba, algo que desea todo buen aficionado.
El Ineos, antes Sky, ha ganado siete de las nueve últimas ediciones de la carrera francesa, pero siempre habiendo contado con el corredor más fuerte, no por haber sido el equipo más fuerte, aunque ambas circunstancias coincidieran en casi todos los años. Para ganar este año tendrán que hacer auténticos malabares, ser ingeniosos, proponer un ciclismo muy ofensivo, casi utópico, y que se den circunstancias que no siempre estarán bajo su control.
Por todo ello, una vez más el Tour de Francia será la carrera más grande de la temporada. Preparémonos para disfrutarlo.
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