Chris Froome intentará lograr en 2018 lo que ha sido imposible en los últimos 20 años. Desde que en 1998 Marco Pantani ganara el Giro de Italia y, de seguido, el Tour de Francia, todos los esfuerzos por imitar al inigualable astro italiano han sido baldíos. Alberto Contador y Vincenzo Nibali lo saben bien. También Nairo Quintana, el último en perder el tiempo en ese propósito. Eso si, el único capaz de lograrlo es el inglés, y de alcanzarlo sería el octavo en conseguirlo en toda la historia.
El recorrido y las circunstancias le serán favorables. El itinerario presentado ayer tarde en Milán, tiene 8 finales el alto y dos cronos con poco más de 44 kilómetros, seguramente, pocos para su gusto. El recorrido no es tan salvaje como en el pasado. Pese a tener 8 finales en alto, prácticamente en la mitad de ellos solo habrá un puerto, el del final. A priori, los finales decisivos serán el Zoncolán (14ª etapa), Jafferau (19ª, con Finestre, puerto sin asfalto en sus kilómetros finales), y Cervinia, el penúltimo día.
Además de eso Froome contará con la ventaja de algo decisivo; gozará de una semana más de tiempo para recuperarse de los esfuerzos al que someterá el Giro de Italia. Normalmente ese periodo es de cinco semanas, escaso para restablecer el equilibrio del cuerpo y prepararse de forma adecuada para la cita en Francia. El año que viene serán 6, que podrían ser suficientes para una adecuada puesta a punto. Pero todo dependerá del castigo al que se someta en Italia.
Nunca conviene subestimar a los adversarios, pero no parece que sean del mismo nivel que en el Tour de Francia. Ninguno que haya acompañado a Froome en el pódium del Tour de Francia estará presente en el Giro. De momento el único que ha confirmado su participación es Fabio Aru, asequible desde todos los puntos de vista. Dumoulin y Níbali, presentes en el acto de presentación, no han asegurado su asistencia. Tampoco Mikel Landa, un corredor al que siempre hay que temer. Se da por sabido que los Quintana, Valverde, Bardet, Urán, etc. no estarán en la salida de Jerusalem.
Froome ha demostrado ser capaz de ganar dos grandes vueltas consecutivas en la misma temporada. Lo ha hecho este año, pero no es lo mismo enfrentarse al Tour y Vuelta, que al Giro y Tour, donde todo el mundo está con los dientes afilados al milímetro, cosa que no ocurre en la Vuelta a España. Pero, repito, el único capaz de poder conseguirlo es él, pese a que no afrontará el reto por decisión propia, deportiva o por la ansía de subir un escalafón en la historia de este deporte, si no más bien por una cuestión económica que favorecerá sobre todo a su equipo.
Sea como fuere, creo que pese al extremo riesgo al que tendrá que enfrentarse, será algo positivo para el Giro de Italia y el ciclismo porque posibilitará que en la salida del Tour de Francia muchos de los favoritos partan del mismo escalón, lo que debería provocar una lucha muy disputada.
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