La grandeza de un ciclista se puede medir en la disputa de una etapa, una vuelta, una temporada o, incluso mejor, durante toda su carrera. Cuanto más extrema sea la dureza a la que le sometan más notable será la diferencia con respecto a sus rivales. Es algo que ha confirmado la Vuelta a España y que en mi opinión ocultó el Tour de Francia por razones de planteamiento y por temporizar los momentos de forma.
Se ha visto desde principios de temporada que Chris Froome no seguía la costumbre de las campañas anteriores donde en ciertas carreras barría a sus adversarios hundiéndoles física y psicológicamente antes de la cita francesa, algo conveniente por un simple ejercicio de autoconvencimiento. Tres Tours ganados convierten ese requerimiento en eludible y este año se ha tomado la cosa con más calma como se ha visto en la carretera y lo han confirmado desde el propio equipo. La pretensión no era otra que llegar más entero al final de temporada, y llevarse, de una vez por todas, (había sido 3 veces segundo) la carrera española demostrando que la diferencia con el resto de corredores sigue siendo sideral.
Si echamos un vistazo y analizamos el rendimiento que han ofrecido sus adversarios en el Tour de Francia, la cuestión no admite discusión. Romain Bardet ha pasado de ser 3º en Francia a un discreto 17º; Fabio Aru, de amarillo y 5º en el Tour a un 13º; Simon Yates del 7º puesto al 44; Meintjens del 8º al 12º; y así casi todos excepto Alberto Contador, que creo ha rendido mejor en su última semana que lo que hizo en el Tour de Francia donde nunca aspiró a nada serio. Ninguno ha sido tan contundente como para preocupar al británico, cuya una duda era su propio rendimiento. Pero se puede ir más allá. Ni tan siquiera aquellos corredores que disputaron el Giro, y por tanto han tenido unas condiciones mucho más favorables para recuperar y preparar la Vuelta a España han podido ofrecer mucha resistencia . Y no hablamos de cualquiera sino de Nibali (ganador de las tres grandes vueltas), Zakarin, Kelderman o Kruijswijk.
Uno se pregunta que hubiera sido de la clasificación si hubiera acudido Tom Dumoulin, el ganador del Giro de Italia. Esas dudas las despejaremos el año que viene en el Tour de Francia.
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