El ciclo-cross internacional de élite vive gracias a Bélgica, es allí donde se concentra todo: corredores, equipos, carreras, patrocinadores, televisión en directo y una afición a prueba de todo que disfruta de cada carrera como si no hubiera otra cosa en el mundo. Fuera de sus fronteras, a excepción de un puñado de corredores sobre todo holandeses y alguna carrera puntuable para la Copa del Mundo y el Superprestigio, todo es similar a un páramo. Ni el esfuerzo de la UCI por distribuir la Copa del Mundo en seis países diferentes puede disimular una evidencia que no permite discusión.
Todo eso no sería un gran problema si como en temporadas anteriores los corredores belgas estuvieran obteniendo los resultados que acostumbran. Desde el año 1999 ha ganado todas la ediciones de la Copa del Mundo salvo en cuatro ocasiones; el resultado es idéntico en el Superprestigio, y muy similar en el Campeonato del Mundo donde desde 1998 han ganado todas excepto seis ediciones. Pero todo ha cambiado este año, donde el holandés Mathieu Van der Poel está funcionando como una apisonadora que está enterrando incluso las esperanzas futuras de los belgas. Lleva 22 victorias por siete del belga Wout Van Aert, su oponente más importante. Además en 2017 batió el récord de Sven Nys, el Dios de los belgas, con 29 victorias en un año natural. Si todo eso fuera poco, tres de los cuatro primeros corredores del ranking de la UCI son holandeses, algo insólito en muchos años.
Pero los problemas no terminan ahí. Según indicó el propio corredor, Wout Van Aert se pasará a la carretera al finalizar esta temporada de ciclo-cross, hecho que dejaría sin rival a Van der Poel que podría rodar bajo una alfombra roja en los próximos años dado que ha declarado que su intención es seguir compaginando ciclo-cross, carretera y Mountain Bike hasta la temporada 2020, año en el que quiere competir en los Juego Olímpicos de Tokio. Además, de tener algún rival no parece que fuera un corredor belga. Al margen de Wout Van Aert, está claro que ni Toon Aerts ni Laurens Sweeck pueden hacer frente a Van der Poel, y que ni Quinten Hermans (23 años) ni Eli Iserbyt (21 años) van a tener una progresión que puedan llegar a la altura del holandés porque la diferencia es sideral.
A día de hoy el único que puede soñar con desafiar al holandés podría ser el británico Tom Pidcock, Campeón del Mundo Junior y que en su primera temporada en la categoría Sub-23 se ha impuesto en más de una ocasión a corredores mayores que él, y que en cierta medida recuerda al propio Mathieu Van der Poel, por su dominio técnico y desparpajo. Pero ese sueño no podrá llegar antes de 2-3-4 años porque Pidckok no cuenta con más que 19 años y aún le queda camino que recorrer para lograr una mínima madurez.
Ante este panorama desolador para los belgas, esperemos que los aficionados no pierdan su apego por el ciclo-cross porque eso podría conllevar a una falta de interés por parte de la televisión y como consecuencia también de los esponsor lo que supondría una caída en cascada que sería un auténtico desastre para este deporte.
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