Todo aquel que tenga cierta edad, sobre todo aquellos que fueron o intentaron ser ciclistas en los años 70 y 80, recordarán que había tres o cuatro premisas escritas a fuego de obligado cumplimiento para todo aquel ciclista decente que se preciara de serlo. Una era entrenar en culotte corto, una globerada para todos los profesionales de la época que, aseguraban incluso, era perjudicial para el rendimiento. Otra era pasear. Todo lo que fuera estar de pie más de un minuto podría hincharte las piernas, problema que parecía podría convertirse en un mal crónico. También estaba totalmente prohibido ir a la playa, porque se decía que el baño, el agua, adormecía los músculos y perdían el nervio necesario para las carreras. Y de correr a pie, vamos, no se podía ni hablar, porque podía suponer echar por tierra toda tu carrera profesional.
No había ninguna prueba científica que defendiera esos supuestos, pero como lo decían y defendían todos los campeones de la época nadie se atrevía a cuestionarlos. El pelotón y su entorno era un rebaño que seguía las ideas fijadas desde tiempos inmemoriales. De repente, a partir de mediados de los 80 llegaron aquellos licenciados en educación física que, ciencia en mano, comenzaron a introducir algunos cambios que fueron muy cuestionados por los preparadores de la época. Luchando contra lo establecico, aplicaron modelos de entrenamiento basados en el atletismo que revolucionaron todo lo conocido hasta el momento en el mundo de las dos ruedas, anclado en el pasado en todos los aspectos físicos y técnicos. Se acortó el periodo de descanso entre temporadas, comenzaron a realizarse concentraciones de invierno con deportes como el sky de fondo que complementaban todo tipo de ejercicios para intentar equilibrar unos cuerpos que durante la temporada solo desarrollaban el tren inferior: fartlek, carrera continua, pesas, estiramientos, natación, y los ejercicios de flexibilidad comenzaron a ser parte de un lenguaje que hoy en día está totalmente asimilado por todo el mundo. De hecho, parece que últimamente una actividad como el correr, algo tan prohibido como conducir una moto hace muchos años, se está convirtiendo en costumbre.
El primero en salir a la palestra fue Tom Pidcock. Al poco de finalizar su temporada de ciclo-cross colgó en strava una salida de 5 kilómetros realizada en diciembre de 2020, que mostraba un registro de 13 minutos y 25 segundos, lo que dejaba un parcial de 2 minutos y 41 segundos por kilómetro, un parcial que de inmediato cuestionaron muchos atletas. Al poco se supo que, efectivamente, la distancia no estuvo bien medida por un GPS mal calibrado, según el propio corredor. Sin embargo, sus dotes de atleta no pasaron inadvertidos y esta misma semana se ha sabido que Nike le ha invitado a trasladarse a sus instalaciones de Oregon (Estados Unidos) para realizar una prueba, algo que el ciclista del Ineos hará aprovechando el traslado a aquel país para disputar el Campeonato del Mundo de cyclo-cross.
En el mes de octubre, al poco de finalizar la temporada, Wout Van Aert fue animado por algunos de sus amigos para correr una carrera a pie en Amberes de 16 kilómetros y lo finalizó con un parcial de 4 minutos y 24 segundos el kilómetro, que no está nada mal para haberlo hecho con solo dos entrenamientos previos y sin otro objetivo que pasárselo bien. Van Aert ha asegurado que incluso en medio de la temporada, en fases de recuperación entre macrociclos, hay días que sale a correr por el placer que le produce.
Con un parcial parecido, 4’141’ (2h, 58’,06’’) pero en una distancia de 42 kilómetros, Adam Yates, realizó la maratón de Barcelona hace tan solo dos semanas cuando aún se encontraba en época de descanso. Y el último en apuntarse a una carrera a pie ha sido Tom Dumoulin, que completó una distancia de 10 kilómetros en un tiempo de 32’28 lo que supone un parcial de 3’15’’ el kilómetro, lo que le valió para ser segundo en la prueba popular de Maastricht.
Con éstos ejemplos lo que queda claro es que no es nada perjudicial conjugar deportes aeróbicos (siempre que, a priori, no exista riesgo de lesión) que permitan mantener un nivel físico decente y a la vez liberar el stress y la monotonía que supone realizar el mismo ejercicio durante un año completo. Los profesionales de hoy en día tienen afortunadamente una base física mucho más completa e integral que les permite practicar deportes que estaban prohibidos por el dicho popular hasta los años 90. Ahora, se pueden permitir el lujo de correr a pie para llegar antes y mejor a la temporada ciclista.
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