En Noruega casi todo llama la atención del visitante que nunca deja de sorprenderse ante tanta belleza natural. Desde sus innumerables y bellísimos fiordos, pasando por pueblitos creados a semejanza de los cuentos de hadas, o sus montañas llenas, a veces, de una riquísima flora donde se esconden animales tan carismáticos como alces o renos, o los fríos mares donde nadan, siempre tranquilas, ballenas de todo tipo, o los lagos, cascadas, ríos, glaciares o abruptos precipicios, hasta las educadas ciudades y una sociedad ejemplar con mínimas diferencias sociales o de género, el país parece creado tras una auténtica orgia de la naturaleza más salvaje.
Y al aficionado al ciclismo también hay otra cosa que le llama la atención: la nula presencia de ciclistas en sus estrechas y sinuosas carreteras. Hemos pasado más de dos semanas por ese maravilloso país, hemos recorrido casi 8.000 kilómetros y no hemos sido capaces de ver a un solo ciclista que se mereciera tal calificativo desde el punto de vista de la competición. En bicicleta hemos visto mucha gente, sobre todo en ciudades como Oslo, donde al atardecer a todo el mundo parece darle por practicar algún tipo de deporte al aire libre, pero ha sido más sencillo ver renos, alces, o incluso ballenas, que ciclistas. Los únicos, y fueron muy pocos, “ciclistas” que vimos fueron unos cicloturistas que cargados con pesadas alforjas recorrían las islas Lofoten asombrados por todo lo que veían a su alrededor.
Noruega no es un país donde el ciclismo haya tenido excesivo peso a lo largo de la historia y pese a no ser un deporte marginal, nunca ha estado al nivel de los deportes de invierno. Aunque excepciones, siempre ha habido corredores de renombre internacional. Knut Knudsen, por ejemplo, logró seis etapas en el Giro de Italia entre otras victorias; Dag Erik Pedersen tres; Atle Pedersen una en la Vuelta, y también Atle Kvasvoll y Jaanus Kuum (corrió en el Teka) tuvieron un digno papel en el pelotón en los años ochenta y noventa.
La primera victoria noruega en una etapa del Tour de Francia no llegó hasta que Dag Otto Lauritzen ganara en Luz Ardiden en 1987. Últimamente las cosas han ido mucho mejor. Thor Hushovd, sin duda el más laureado de todos, ganó diez etapas en el Tour de Francia y tres en la Vuelta a España. Boasson Hagen cuenta con tres en el Tour y una en la Vuelta. Hushovd también fue Campeón del Mundo en 2010, título que también lograron en la categoría Sub-23, Kurt-Asle Arvesen en 97 en San Sebastián, Sven Erik Bystrom en 2014 y Kristoffer Halvorsen hace dos años, además de otras dos medallas de bronce a cargo de Skjerping y Enger en 2014 y 2013 respectivamente. También han organizado dos Campeonatos del Mundo desde 1993, se recuperó la extinta Vuelta a Noruega e incluso se han animado a organizar el Tour de los Fiordos o la Artic Race y alguna carrera de un día, sin duda una consecuencia del legado que ha dejado la exitosa carrera de Hushovd. Pero aún no me explico de donde salen sus corredores. A juzgar por lo visto en sus carreteras, debe ser un absoluto secreto.
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