Instalados en la costumbre el Quick-Step hizo lo habitual para ganar con Bob Jungels la Liege-Bastogne-Liege y cerrar así la temporada de clásicas con un éxito absoluto para el no menos laureado Patrick Lefevre. Salvo un par de excepciones (Roubaix y Amstel, sobre todo), han dominado de cabo a rabo todo lo que se ha disputado durante un día, sea sobre el pavés o sobre los repechones de las Ardenas.
Comenzaron su recital el 27 de Febrero con la victoria de Niki Terpstra en Le Samyn, corredor que repetiría en Harelbeke y el Tour de Flandes. Remi Cavagna ganó el Johan Museeuw Classic, Jakobsen en Nokere y Scheldeprijs, Hodeg la Handzame Classic, Viviani De Panne, Lampaert Dwars door Vlanderen, y ya en las Ardenas, Alaphilippe la Flecha Walona y Jungels la mencionada Liege. Todo un sueño hasta para el más ilustre soñador. Y a excepción de las que han finalizado al esprint todas han tenido un denominador común, el juego de la estrategia para lograr lo que cara a cara hubiera sido infinitamente más difícil.
El Quick-Step siempre ha tenido más de un as en la baraja de las clásicas, lo que le permite utilizar diferentes opciones para noquear al adversario. Cualquier estrategia siempre tiene garantizada una segunda o tercera opción muy acreditada. Si ataca Terpstra, allí estará Gilbert para cubrir sus espaldas y ahuyentar a los contrincantes de ningún intento por abortar lo inevitable. En los tres casos en los que se impuso el holandés, Gilbert estuvo en el pódium. Evidentemente, no es casualidad. Y si hubiera necesidad de más, también podrían contar con la siempre inestimable ayuda de desgaste de Stybar o Lampaert, pieza cada vez más importante en el equipo.
Y lo mismo en las Ardenas con Julian Alaphilippe, Bob Jungels, el propio Gilbert, Serry, Enric Más y Maximilian Schachmann. Todos han tenido un papel importante en las victorias. Algunos en el control, otros en el ataque, dejando siempre para lo último la opción más segura, Alaphilippe, sin duda el hombre de las Ardenas este año.
Pero la felicidad nunca es completa y pese a todos los éxitos en las clásicas Lefevre sigue sin dar con la clave para hacer satisfacer sus obsesiones en las grandes vueltas. Durante muchos años ha estado buscado desesperadamente un corredor que le diera una victoria en la general de una grande haciendo fichajes tan sonados como dudosos (Virenque, Sinkewitz, Rujano, Pecharroman…) pero no lo ha encontrado. Todavía.
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