Esta vez no fue una cuestión de estrategia como en el G.P. E3 de Harelbeeke, esta vez, Kasper Asgreen (Dinamarca, 1995) ganó en un duelo directo a todo un Mathieu Van der Poel, que fue una vez más el encargado de descuartizar la carrera. Vencer en un mano a mano al defensor del título es algo que habla muy claro sobre nivel que atesora el corredor danés, estatus que se le ha negado hasta el momento. Asgreen siempre ha sido la segunda opción, o la tercera, o la cuarta, jamás la primera, nunca se ha confiando en él como un líder solido, siempre ha sido ese hombre que vale para todo menos para liderar el equipo, siempre lleno de corredores con más pedigrí. Incluso su fichaje por el Deceuninck tuvo algo de casualidad.
Asgreen, un corredor de la misma generación que Van der Poel y Van Aert, nunca ha tenido la misma caja de resonancia que otros corredores de su misma edad. Tampoco había motivos. Ha sido un corredor tardío, de desarrollo lento. Ninguna título importante hasta los 22 años (Campeón de Europa de crono Sub-23), ni tan siquiera nacionales. Siempre estuvo a la sombra de Mads Wurtz, Casper Pedersen, Mads Pedersen, Mikkel Bjerg, Honoré y otros corredores a los que ahora mira por el retrovisor. Con un curriculum sin mucho brillo, su fichaje no se hubiera ejecutado si no se hubieran dado dos casualidades. Una, que en el equipo belga hay un director deportivo que conoce muy bien la cantera danesa, Briam Holm, antiguo corredor danés que se desenvolvía muy bien en las clásicas de los noventa. Holm intervino directamente para que se le invitara a una concentración del equipo en enero de 2018. Había causado una muy buena impresión. Rodaba con soltura, era fuerte, humilde y le vieron margen de progresión. Pero no había hueco para él. Tendría que esperar. Ahí llego la segunda casualidad. El equipo tenía a unos cuantos corredores lesionados y no podía conformar los equipos en sus diferentes compromisos. Poco antes de firmar su primer contrato con el Deceuninck el uno de abril de 2018, aún a prueba, le alojaron en la misma habitación que Yves Lampaert, que al día siguiente ganó A Través de Flandes. Asgreen, con su trabajo, fue clave. Así se lo hicieron ver. Al poco tiempo, en el Scheldeprijs, que ganó también su compañero Fabio Jakobsen, Asgreen fue el encargado de ofrecerle cobijo en los abanicos. También fue decisivo. Sin saberlo, Lefevere había descubierto a un corredor multiuso.
Desde entonces se ha especializado en en eso, en ser clave, bien para garantizar el esprint para algún compañero o como pieza angular en la estrategia del equipo, que de vez en cuando, cuando los adversarios mordían el anzuelo, se llevaba alguna semiclásica de renombre como la Kuurne-Bruselas-Kuurne o el G.P. E3 Harelbeeke de la semana pasada. Pero lo que realizó en Flandes ya son palabras mayores. Cierto que su salida del grupo de los favoritos, se debió a un movimiento táctico. Al igual que en Harelbeeke, y como ocurre casi siempre, el primer peón en mover siempre deber ser, a priori, el más débil. Su ataque, seguro que pretendía una fuga en solitario, porque pensarían que con Alaphilippe en la retaguardia, Van de Poel y Van Aert se preocuparían por el Campeón del Mundo, cosa que no ocurrió y tanto el neerlandés como el belga respondieron de inmediato al danés. El trío más fuerte ya estaba en cabeza, situación incómoda y seguro que no deseada por el equipo belga que no tenía precisamente a un corredor rápido entre los dos astros del momento.
Van der Poel, mucho más contundente que el miércoles en A Través de Flandes, ya se había percatado de la debilidad de su archirival Van Aert y abrió fuego en el Oude Kwaremont, a poco más de 15 kilómetros. Su aceleración hundió definitivamente al del Jumbo-Visma e hizo sufrir al danés, a quién le costó casi un kilómetro entrar a rueda del neerlandés. Todo parecía normal. Van der Poel estaba haciendo gala una vez más de su riqueza de recursos, Asgreen seguía interpretando su papel de segundón. Seguro que nadie daba un céntimo por él. Van der poel parecía tener la capacidad como para romper la bielas con la brutalidad que le caracteriza, no se había desgastado en exceso como en otras ocasiones porque Asgreen, como es costumbre, colaboró con una fidelidad total. No hubo ninguna artimaña ni maniobras extrañas. Llegados al esprint, tuvieron un mano a mano a prueba del algodón. Asgreen se anticipó por medio golpe de pedal pero no fue capaz de adelantar a Van der Poel hasta que éste, exhausto, se dio por vencido ante una mayor resistencia del danés, que harto de tanto papel secundario reclamó con su victoria los galones que le corresponden.
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