De momento, Chris Froome no es Chris Froome lo cual es una noticia positiva de cara al Tour de Francia. De haberlo sido como acostumbra en la Dauphiné (en las tres ocasiones que ha ganado el Tour de Francia se impuso previamente en carrera alpina) sólo estaríamos hablando de él, y ahora, en cambio, hay que hablar de las opciones que pueden tener muchos de sus adversarios a los que se ha enfrentado en Francia y otros, como Quintana, que no lo han hecho.
La Dauphiné no ha despejado ninguna duda éste año, es más, ha sembrado de preguntas el mundo ciclista y no habrá una respuesta real hasta París, lo cual eleva aún más las expectativas para el mes de Julio. Todo lo demás son interpretaciones al gusto. Eso sí, hay unas cuestiones que están muy claras. Por ejemplo que Froome está por debajo de lo que acostumbra; que Porte, en cambio, se encuentra en, seguramente, la mejor forma de su vida; que Fuglsang, por fin, logra una gran victoria que hace justicia a su equilibrio y constancia; y que el resto de favoritos tampoco ha hecho gala de una regularidad que les exigirá el Tour de Francia si quieren cumplir con las esperanzas prometidas.
Froome lleva una temporada atípica en la que sorprendentemente aún no ha logrado ninguna victoria, hecho que llama la atención a estas alturas. De repente, hay una relativamente larga lista de corredores que se atreven a dudar de su estatus, lo que constata una falta de poder del corredor británico porque no es lógico que repentinamente el resto de corredores haya evidenciado una progresión de tal calibre. Es Froome quién está por debajo de su rendimiento, cosa que tampoco debe alarmar a tres semanas del comienzo del objetivo prioritario y otras tres semanas de disputa del mismo. Froome jugó al todo por el todo en la última etapa, atacó prácticamente desde el primer puerto, en las subidas y en las bajadas, donde, por cierto, ha demostrado una técnica, no espectacular, pero si muy eficiente. Su equipó preparó estrategias con hombres intermedios como Kwiatkowski, en labores de gregario total, pero Froome no era el Froome de otras ocasiones. Su rendimiento ha sido escaso para la empresa que perseguían.
Con Porte ocurre todo lo contrario, todos lo han señalado como el corredor más fuerte del momento, pero tampoco está exento de problemas porque si no ha ganado habiendo sido el más fuerte, es evidente que algo ha fallado. En mi opinión su lectura de la carrera en la última etapa no fue la correcta, seguramente le pudo la excesiva responsabilidad y no acertó en su estrategia, porque a la vista está que poderío tenía. No entiendo a que se debió haber dejado escapar a todos sus adversarios en la Col de la Colombiere, penúltimo puerto de la jornada. Prácticamente se le fueron uno a uno todos aquellos corredores que no pudieron seguir su estela en los días anteriores y que tampoco fueron más rápidos en la última ascensión pese haber realizado Porte un trabajo en el llano que lo desgastó de forma importante. Solo Fuglsang fue mejor en la última subida, pero por 12 segundos. A Contador, Valverde y Froome incluso los alcanzó y los dejó de rueda uno a uno, por tanto, fuerza no le faltaba, le faltó actitud, algo de lo nunca ha alardeado.
Del resto se pueden decir cosas positivas y otras no tanto. Cabe destacar la valentía de Fabio Aru, totalmente recuperado de la lesión, de Bardet y Valverde, indomable en todos los terrenos, o también de Dan Martin, el joven alemán Emanuel Buchmann, o Meintjes que volverá a llegar en plenitud al Tour de Francia, carrera en la que finalizó en octava posición en la edición anterior. Pero a todos ellos les ha faltado regularidad. En cuanto se pasaban con algún esfuerzo lo pagaban o bien en el puerto siguiente, o en la jornada continua, pero no han sido capaces de recuperarse al cien por cien, lo que indica que aún les falta un toque en su preparación.
En cambio lo de Alberto Contador tiene peor pinta, lo he visto excesivamente forzado y en mi opinión sus retrasos en meta no se han debido tanto a haber levantado el pie como precaución como declaraba él, sino porque su declive es más evidente cada día que pasa y la carretera es muy cruel incluso con sus más grandes campeones. De todas formas las dudas se aclararán en el Tour de Francia.
Por último, Jakob Fuglsang merece unas cuantas palabras de elogio porque por fin ha logrado una victoria que merecía por su constancia y su calidad. El danés es un corredor de clase, pero triste y poco dado a lucirse, seguramente por falta de ambición. Corredor equilibrado, es uno de los habituales entre los diez mejores tanto en cronos como en finales en montaña aunque la falta de remate le ha obligado siempre a asumir trabajos en beneficio de corredores de más prestigio. Aunque con Aru en el equipo, ahora no se encuentra tan acomplejado como en pasado con Andy y Frank Schleck o Nibali y anda, con la paciencia y humildad de siempre, pero con algo más de desparpajo que en años precedentes. Sin la vigilancia a la que se someten los grandes favoritos Fuglsang ha jugado con la baza de contar con cierta libertad pero sin malgastarla con ataques precipitados que a nada conducen y la asociación repentina de su calidad, forma, osadía y otras circunstancias que escapaban a su control, ha logrado con 32 años la victoria más prestigiosa de su vida deportiva que, según ha declarado, ha venido en parte, gracias al cambio que ha tenido el ciclismo, porque ahora está más limpio. Confío en que tenga razón.
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