No es habitual ver a un ciclista llorar de una forma tan desconsolada como lo hizo Elia Viviani el domingo tras finalizar la Gante-Wevelgen en segunda posición. No tengo ningún recuerdo nítido pero seguro que la última vez que vi algo similar sería algún corredor de categoría Cadete o Junior que acostumbrado a ganar con facilidad falla estrepitosamente en alguna cita importante de la temporada. Viviani lloró a moco tendido sin que nada ni nadie pudiera consolarlo. Sin duda, se veía ganador.
Para mi fue sorprendente ver que el Quick-Step hizo una única apuesta llevando cuatro corredores en el grupo de cabeza compuesto por 23 corredores. Dijo, luego, Patrick Lefevre, manager del equipo, que en esas situaciones no existe otra opción. Discrepo. El esprint, como dice el gran Txomin Perurena, buen esprinter donde los hubo, siempre debe ser la última opción, antes de llegar a él, hay que intentar cualquier otra forma para intentar certificar la victoria. Y aunque en esas circunstancias nada asegura el éxito, el Quick-Step tenía otras opciones, sin descartar del todo, el esprint.
En primer lugar llevando en el mismo grupo a Peter Sagan, Arnaud Demare, Michael Matthews o Greg Van Avermaet, nunca puedes estar seguro al ciento por ciento de poder ganar con Viviani (ni con nadie), por mucho que el italiano esté demostrando una progresión notable. Viviani, evidentemente, podía haber ganado, seguramente tuvo una punta de velocidad mayor que Sagan, el ganador, pero perdió un par de pedaladas librando las ruedas de Trentin y Demare que le costaron, quizás, la victoria. Pero es que en el esprint, siempre ocurren mil cosas y no todas se pueden controlar porque no dependen de uno mismo.
Por otra parte, el Quick-Step podía haber buscado una situación favorable intentado romper el grupo, postura que hubieran defendido también otros corredores que no tuvieran muchas opciones en el esprint. No tanto con Lampaert (el más débil de los cuatro) pero con Gilbert o Stybar, había ciertas garantías de éxito dependiendo de la coyuntura. El equipo tenía casi a un representante por cada cinco corredores de la escapada, ventaja que no contaba ningún otro, que llevaban a lo sumo a dos representantes. Es probable que de haberlo intentando al ataque, (tal y como lo hicieron en el G.P. E3 Harelbeeke y lograron la victoria con Niki Tersptra), tampoco hubieran logrado una situación clara de victoria, pero en ese caso hubieran podido jugar la doble baza de la escapada por una parte y un posible esprint, por otra. Si la escapada no era beneficiosa, podrían haber evitado la colaboración con el feo, pero legitimo en ese caso, pretexto de preferir un esprint con Viviani, y de llegar más frescos para poder rematar la faena. En caso de fallar esa opción, siempre estaría Viviani dispuesto para la última oportunidad.
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