El ciclismo está viviendo una orgía en la que es difícil determinar sin son los practicantes o los voyeristas los que más están disfrutando. No hay duda que la conexión entre mente, cuerpo y rendimiento que logran con su actividad los practicantes les debe ofrecer un placer indescriptible, pero el exquisito espectáculo que están ofreciendo es de tal calibre que uno lo puede sentir en sus propias carnes. Es algo a lo que no estábamos acostumbrados hasta la llegada de cuatro genios que han revolucionado un deporte que estaba cayendo en la monotonía. Tadej Pogacar, Mathieu Van der Poel, Wout Van Aert y Remco Evenepoel parecen haber entablado una discusión sobre el tamaño que parece no tener fin. Cada gesta pretende superar la anterior y no hay duda que lo están logrando. Las victorias de Wout Van Aert en la Omloop Het Nieuwsblad y E3 Saxo Bank Classic (Harelbeeke), fueron impresionantes; la cabalgada (50 kilómetros) de Pogacar en la Strade Bianche algo sorprendente; la resurrección en tiempo récord de Mathieu Van der Poel en A Través de Flandes y el Tour de Flandes, algo increíble, pero la victoria de Remco Evenepoel en la Liege-Bastogne-Liege no les va a la zaga por todas las connotaciones que conlleva el protagonista y la carrera.
La vida de los superdotados no es sencilla, se ven atrapados en mundos que no se ajustan a sus medidas, y sus comportamientos, tan extraños e ilógicos para la mayoría, son criticados desde el desconocimiento con el aumento de presión que eso conlleva. Remco Evenepoel es un prodigio, un portento que sobresale en todo aquello que practica. A los 11 años le fichó el PSV Eindhoven, a los 14 estaba en el Anderlecht y era el capitán de la selección belga de fútbol Sub-15. A los 16 corrió una media marathón en 1h 16 minutos y, a los 17 ya era jugador de primera división (en el KV Malinas), pero incomprendido abandonó el mundo del fútbol para dedicarse al deporte de su padre, Patrick, corredor modesto de los años 90 en el Collstrop.
A los 6 meses de coger la bicicleta ya ganó la Philippe Gilbert Junior, una de las más prestigiosas de la categoría. Al año siguiente no dejó ni las migajas. Se lo llevó todo, y la pregunta no solía ser quién ganaría si no cuánta ventaja sacaría al segundo, algo que llegó a ser de casi 10 minutos en el Campeonato de Europa. Algo inaudito.
Pero ser un portento de semejante calibre también conlleva muchas responsabilidades para las cuales es imposible estar preparado a esas edades tan tempranas. Y sobre todo en Bélgica, país en constate búsqueda de un nuevo Merckx. Evenepoel ha tenido que soportar una presión descomunal desde su llegada al Quick-Step, algo que le ha ocasionado no pocos problemas. Crecido y educado en el mundo del fútbol, con una idiosincrasia y valores muy diferentes, ha tenido ciertos comportamientos o salidas de tono que pueden ser habituales en ese mundo pero que crean mucha polémica en el ciclismo, algo a lo que no nunca ha sido ajeno. Hasta su grave caída en el Giro de Lombardia de 2020 trajo consigo una discusión sobre el botecito que recogió su director Davide Bramati en el lugar de la caída. Ni que decir los aspavientos, gestos (corte de mangas) y declaraciones que tuvo en el Campeonato de Europa, el Giro de Italia, los Juegos Olímpicos, Campeonatos del Mundo o recientemente en la Flecha Brabancona. Todo eso junto con algunos lógicos altibajos en su rendimiento y la falta de resultados de su equipo en las clásicas del pavés, han tenido inmerso al joven Evenepoel en una vorágine negativa a su alrededor de la que sólo se puede salir como lo hizo en la Liege-Bastogne-Lieja, siendo monumental.
Ahora, comenzará, de nuevo, lo más difícil, permanecer en esas alturas, algo que no le causa vértigo, y ya es, por tanto, un buen punto de partida. La caída, la recaída, la dura recuperación, las dudas, los miedos, la presión, las críticas le han hecho madurar según declara él mismo y los de su alrededor. En la Liege demostró saber correr a la perfección, sin alterar un ápice el plan de inicio, que no era otro que atacar de lejos, en la Redoute, pero no en lo más duro, lugar que aún sufre, si no en tramos más tendidos que es donde mejor aprovecha su potencia, su aerodinámica y sus excelentes dotes de contrarrelojista. Si Evenepoel coge un metro, lo ves en meta como lo ha hecho en un sinfín de ocasiones desde la categoría Junior.
Evidentemente tiene aspectos a mejorar, sobre todo técnica en superficies sin asfaltar (sterrado, pavés) y subidas. Ha declarado que ahora se centrará en mejorar en esa faceta, dónde aún se le presupone cierto margen, sobre todo en las muy pronunciadas y muy largas. Correrá para ello la Vuelta a Suiza y Burgos, pruebas preparatorias para una Vuelta a España en que se le mirará y juzgará con lupa para determinar sus opciones en las grandes vueltas. Como al rendimiento ofrecido en la Liege le añada, regularidad y un buen equilibrio mental, Evenepoel es capaz de todo.
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