Saltador de esquí hasta 2011 Primoz Roglic (Trbovlje, Eslovenia, 1989) estaba acostumbrado a altos vuelos. Tan altos que siendo Junior, en 2007, fue Campeón del Mundo, y tan largos que voló 183 metros, su récord personal, en el trampolín de Oberstdorf (Alemania) en 2011, año de su retirada por el alto coste que le suponía seguir en la élite de la especialidad.
Bajó a ras de suelo y comenzó con el ciclismo en 2012 y al cabo de sólo 6 años vuelve a volar alto, tan alto que se acaba de hacerse con la Itzulia, carrera del World Tour con un palmarés repleto de grandes campeones. Su victoria no ha sorprendido tanto por el hecho en sí, porque se trata de un corredor que ya sabe lo que es ganar una crono en el Giro (Chianti 2016) y una etapa de montaña en el Tour (Serre Chevalier 2017). Lo que ha llamado la atención ha sido su contundencia tanto en montaña (sobre todo el primer día) como en crono, especialidad que domina por su potencia y su aerodinámica, técnica que aprendió cuando era saltador.
También aprovechó muy bien la fortaleza psicológica y la concentración, otras dos características incorporadas en su anterior deporte, virtudes que tuvo que emplear a fondo en la última subida cuando se le fueron Mikel Landa y Ion Izagirre, segundo y tercero en la general. Fuera de punto, no hizo el más mínimo intento de tropezar en esa confusión, se mantuvo firme en lo suyo con la garantía que le daba la ventaja de la General (alrededor de dos minutos con respecto a los dos mencionados). Fue el único momento crítico, provocado, quizás en parte, por la caída sufrida al principio de la última etapa y que le puso contra las cuerdas nada más comenzar la jornada y en la que su equipo nada pudo hacer para ayudarlo. La actuación de su equipo fue tan pobre como brillante la de su líder. El equipo hacía aguas cada vez que el requerimiento superaba la exigencia media habitual, algo que pone en entredicho, una vez más, la relativa importancia del mismo. Cuanto menos control ejerce el equipo del líder más oportunidades se abren para el espectáculo y el cambio, pero de ahí a poner el peligro la victoria a la menor complicación hay un trecho. Si se cuenta con un corredor capaz de ganar una carrera hay que ofrecerle un mínimo de garantías, alguna posibilidad de defensa y el Lotto-Jumbo no tenía ninguna.
Con esta importante victoria Roglic ha dado un salto cualitativo en su carrera y ha logrado un estatus que le debe permitir afrontar retos de mayor envergadura. Pese a contar con 28 años, fisiológicamente no tiene motivos para estar desgastado y psicológicamente seguro que aún tiene hambre por progresar, dos cualidades que hacen prever que su horizonte aún no haya tocado techo.
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