A la pésima noticia de la retirada del patrocinio por parte de Sky a su equipo ciclista, han seguido un sin fin de análisis y predicciones sobre su continuidad o del posible sustituto como sponsor principal. Desde el punto de vista más extremo del pesimismo se puede llegar hasta la confianza ciega que han declarado algunos corredores en su mentor. La verdad, hay razones para pensar de todo pero lo que tengo claro es que nada será igual a este Sky porque lo que ha materializado Dave Brailsford en diez años, además de ser histórico, ha sido la consecución de una utopía.
Cuando en 2010 nació el Sky, todo el mundo se tomó como una fanfarronada aquello de que el objetivo era ganar el Tour de Francia con un inglés, al cabo de,- no recuerdo muy bien pero creo que dijo Brailsford-, cuatro años. Lo era, porque no existía ninguna base sólida para razonarlo, ni nadie que lo pensara, excepto Brailsford. Ese es su primer mérito. Lo logró en dos años, al ganar el Tour de Francia de 2012 con Bradley Wiggins, un ciclista que aunque muy consagrado en pista, en carretera no era capaz de ganar casi ni aquellas pruebas en las que se le consideraba especialista (las pruebas cortas contra el crono), y cuando lo hacía raramente eran de primera línea. Sí, ya sé que en 2009, con el Garmin de Vaughters, se clasificó en cuarta posición en el Tour de Francia, pero si queréis podéis repasar el palmarés del Tour de Francia y comprobar cuántos cuartos clasificados han sido luego ganadores de la carrera. Son infinitamente más lo que no pudieron superar esa barrera que los que lo hicieron. Pero es que además la cosa no quedó en ese hecho histórico de haber ganado por primera vez la carrera con un corredor británico, al cabo de nueve años lo ha ganado en seis ocasiones con tres corredores diferentes, y completar, además, con una victoria en el Giro de Italia y otra en la Vuelta a España. Es un récord que supera los límites del tiempo y el espacio.
Por llamativo que sea, no sería justo limitar la aportación del Sky exclusivamente a su palmarés, pienso que han logrado mucho más. Por lo menos apuntaría dos más. La más importante, su forma de trabajar. Creo que Brailsford siempre ha huido del aforismo de “en el ciclismo todo está inventado”. Dotó al equipo con todos los medios que tienen una influencia directa o indirecta en el rendimiento protocolorizando el trabajo con una minuciosidad desconocida hasta el momento. Arriesgó incluso con entrenadores que proyectaron sus conocimientos en otras disciplinas para salir del estancamiento general en el que se encontraba el ciclismo. Nadie duda ahora del éxito de ese sistema, porque aunque pocos lo reconozcan, muchos han imitado muchas cosas del Sky.
También diría que ha aportado una imagen más glamourosa del ciclismo, algo semejante a otros deportes más espectaculares. Con su flamante flota de vehículos de todo tipo, la cantidad de personal humano que moviliza y la suma de material que utiliza, la puesta en escena del equipo inglés ha aportado una vistosidad de la que carecía el ciclismo obligando al resto a mejorar también en ese aspecto, que es otra de las aportaciones que ha provocado Brailsford.
Todo eso contará a su favor a la hora de encontrar un sustituto, pero no será fácil. Es prácticamente imposible que un sponsor se implique tanto en un proyecto, a la vez sin inmiscuirse en su trabajo. El Sky es uno de los pocos casos en el que el sponsor es a la vez dueño del equipo, con todo el tipo de garantías que eso supone, porque la mayoría optan por otra formula que es la de delegar la sponsorización en una sociedad diferente para gestiona el equipo.
Nunca ha sido fácil atraer una empresa al ciclismo y ahí tenemos el claro ejemplo del Quick-Step que siendo cada año el equipo con más victorias iba a partir en 2019 sin un sponsor principal hasta la aparición, a última hora, de la empresa Decenunick. No será sencillo buscar un sustituto para el Sky porque la cantidad a desembolsar es enorme, casi 40 millones de Euros, y tener atados por contrato a todo un Chris Froome, Geraint Thomas o el esperanzador futuro de Egan Bernal, tampoco es garantía suficiente. Aunque desconozco las entrañas de los temas políticos, no creo que el Brexit juegue a su favor si se pretende que el sustituto sea, de nuevo, una empresa británica, por lo que sería muy probable que Braislford se lanzara por una apuesta extranjera. Sería una gran oportunidad para que, por ejemplo, China entrara por la puerta grande al ciclismo de élite con un mercado que no presenta dudas para ello.
Brailsford se enfrentará ahora al desafío más grande de su carrera, porque por difícil que fuera el comienzo, tiene algunos pasivos pendientes que debilitan su gran activo. El camino al éxito no ha sido tan inmaculado como anunció en sus inicios y en ese tránsito han ido quedando sospechas muy fundadas de haber transgredido la ética que promulgó contra el dopaje y en estos momentos además de ser el equipo más grande del pelotón también es el que más sospechas y enemistades levanta ante los aficionados, y aunque ninguna denuncia se haya podido demostrar y, posteriormente, sancionar, los prejuicios de cada uno quedan tan, o más, radicados como cualquier sentencia firme. De aquí a febrero el doctor Richard Freeman, ex-empleado de Britisch Cycling y Sky, tendrá que declarar por el juicio del despido de la corredora Jess Varnish y dar cuenta ante un tribunal médico de las sospechosas prácticas que supuestamente utilizó con algunos corredores, y aunque los casos estén cerrados sin sanción por parte de la comisión antidopaje británica, podrían volver a salpicar al Sky y Brailsford, lo cual no sería una noticia agradable cuando se está buscando un sponsor de tal calibre.
Nadie sabe lo que puede ocurrir con el futuro del Sky, y aventurarse a vaticinios es tan inútil como arriesgado. Su desaparición total sería una noticia nefasta porque lo ideal sería que hubiera 20 o 30 equipos como el Sky en el pelotón. De todas formas, siga o no la estructura del Sky, este caso junto a la desaparición del BMC u otros que ha habido en el pasado, o las dificultades que ha tenido el Quick-step para encontrar un patrocinador, deberían servir de una vez por todas, para abrir un debate profundo sobre el modelo de financiación del ciclismo y su futuro, que si no cambia, estará siempre sujeto a este tipo de incertidumbres.
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