La exposición a una atmósfera de bajas presiones al respirar en alta montaña es un estímulo fisiológicamente estresante. Por ello, los protocolos de entrenamiento en altitud simulada con generadores de hipoxia ayudan a evitar problemas cardiometabólicos derivados.
Los problemas de salud cardiovasculares y los ataques al corazón en personas que se encontraban en altitud han sido estudiados desde hace años. Las estancias en altura causan cambios en la sangre, en especial, aumentando los glóbulos rojos, pero hasta el momento no se ha encontrado ninguna correlación entre la altura y los ataques al corazón.
Teniendo en cuenta que el aumento de glóbulos rojos conlleva que la sangre sea más gruesa, la circulación pierde fluidez, por lo que podría llegar a generar algún coágulo. Por otro lado, el propio ejercicio físico y el gasto energético necesario para desplazarse a las alturas hacen que la frecuencia cardíaca aumente y se necesite un mayor trabajo cardiovascular. Esto genera un estrés fisiológico, el cual, varía el equilibrio de ciertas hormonas como la adrenalina y los glucocorticoides de la sangre, dando lugar a que las arterias se estrechen. A todo esto se le añade la gélida climatología habitual en las alturas, provocando que los vasos sanguíneos más delgados puedan llegar a coagularse con mayor facilidad.
Hasta esta fecha no existen estudios que demuestren que hay un aumento en el riesgo cardiovascular de personas que participan en deportes de alta montaña. No obstante, las evidencias muestran que la edad y el sexo sí son índices más predictivos. Además, la previa experiencia y el proceso de aclimatación han resultado ser variables más significativas.
Burtscher et al. (1997) estudiaron los casos de fallecimiento debido a problemas cardíacos en practicantes de esquí de descenso y montañismo en un periodo de 9 años, y pudieron comprobar que más del doble de muertes se produjeron entre los montañeros en comparación con los esquiadores. Junto con esto, revelaron que el riesgo de padecer ataques al corazón crecía sustancialmente con los 50 años en los esquiadores, pero que el riesgo era menor en los montañeros y esquiadores más aclimatados y habituados a deportes de montaña.
Como norma básica para adaptarse se deberían llevar a cabo fases lentas y progresivas de aclimatación. Con un progreso gradual se consigue disminuir el estrés fisiológico, por ello, las exposiciones a altitud simulada mediante generadores de hipoxia son métodos eficaces para una adecuada aclimatación, mejorando la tolerancia al ejercicio en altura. El propio Burtscher et al. (2004) descubrieron que 3 semanas de exposiciones cortas de hipoxia intermitente en reposo mejoran la capacidad aeróbica tolerancia al ejercicio en personas de edad avanzada tengan o no alguna patología coronaria.
Costalat et al. (2018) estudiaron como afecta la hipoxia intermitente moderada en los factores de riesgo cardiometabólicos más importantes en individuos con obesidad o sobrepeso. En el estudio participaron 6 sujetos a los que se les expuso a 10 sesiones de hipoxia intermitente a una saturación arterial de oxígeno de un 80% en sesiones de 70 minutos. Esta exposición la llevaron a cabo en un periodo de tiempo de dos semanas, en las que se midieron proteínas de alta (HDL) y baja (LDL) densidad, la glucosa en sangre y lactato, triglicéridos, presión sistólica y presión arterial diastólica, además de otros índices cardíacos.
Los resultados revelaron que una sola sesión de hipoxia intermitente disminuye el nivel de glucosa y aumenta el lactato. A su vez, las concentraciones proteicas de LDL, ratio LDL/HDL y la presión sistólica disminuyen de manera significativa tras 10 sesiones.
El estudio concluye con que un pequeño y moderado programa de hipoxia intermitente en reposo es un método seguro y efectivo para minimizar los principales factores de riesgo cardiometabólicos.
Referencias Bibliográficas
Burtscher, M., Mittleman, M. A., Nachbauer, W., Philadelphy, M., & Likar, R. (1997). Risk of sudden cardiac death during downhill skiing and mountain hiking. In Skiing Trauma and Safety: Eleventh Volume. ASTM International.
Burtscher, M., Pachinger, O., Ehrenbourg, I., Mitterbauer, G., Faulhaber, M., Pühringer, R., & Tkatchouk, E. (2004). Intermittent hypoxia increases exercise tolerance in elderly men with and without coronary artery disease. International journal of cardiology, 96(2), 247-254.
Costalat, G., Lemaitre, F., Tobin, B., & Renshaw, G. (2018). Intermittent hypoxia revisited: a promising non-pharmaceutical strategy to reduce cardio-metabolic risk factors?. Sleep and Breathing, 22(1), 267-271.
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