Nos parece muy interesante el contenido de un reciente artículo publicado (Brocherie & Millet, 2020) que trata sobre la conveniencia, a nivel de tratamiento terapéutico, de realizar ejercicio en hipoxia, preferentemente de alta intensidad.
Los autores, expertos en el campo de la fisiología del ejercicio, a modo de revisión, se hacen eco de otras publicaciones y argumentan sobre el interés de enfocar la atención en metodologías de entrenamiento que generen una mayor hipoxemia. Mencionando los efectos positivos añadidos que la respuesta fisiológica a tales estímulos puede aportar en diversas patologías.
La señal de hipoxia actúa diferentemente en los sistemas orgánicos, interesando en este caso la función protectora del factor inducible por la hipoxia (HIF).
La función protectora del HIF puede ayudar en el tratamiento de una amplia gama de enfermedades, habiéndose demostrado el papel esencial del HIF en fenómenos como la función inmune, la formación de cartílagos y la curación de heridas.
HIF regula más de 300 genes objetivo, como por ejemplo los que generan vascularización y angiogénesis, inflamación y función inmune, autofagia y apoptosis, y la homeostasis redox.
Ejercicio en Hipoxia
Puede ser también un acercamiento prometedor para estimular la señalización HIF en algunas enfermedades crónicas. Existe un creciente número de estudios demostrando los beneficios terapéuticos combinando ejercicio con hipoxia para la regulación de la presión sanguínea, enfermedad de las arterias coronarias, u otras patologías.
Combinar contracción muscular e hipoxia resulta en estabilización de HIF-1 α y en mejoras en el metabolismo de la glucosa y la acción de la insulina en el músculo esquelético. Con pacientes expuestos a una hipoxia segura (1800-3000m), añadir ejercicio permite un incremento del estrés metabólico inducido por la hipoxia, como una mayor hipoxemia inducida por la desoxigenación muscular y la desaturación sistémica, resultando en unas respuestas fisiológico/terapéuticas que no son activadas en la misma extensión con ejercicio en normoxia.
La evidencia también sugiere que añadir ejercicio de alta intensidad, mejor que de moderada intensidad, al estímulo hipóxico, provoca adaptaciones mayores, por ejemplo, mejoras en la homeostasis del oxígeno muscular y la perfusión de tejidos inducida por una mejorada eficiencia mitocondrial, control de la respiración mitocondrial, angiogénesis, y del ratio fibra-capilares.
Invitamos al lector interesado a remitirse a la fuente.
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FUENTE:
Brocherie, F., Millet, G.P. Hypoxic exercise as an effective nonpharmacological therapeutic intervention. Exp Mol Med (2020).
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