El entrenamiento en altitud como método de adaptación y mejora del rendimiento físico, se basa principalmente en el desarrollo de ciertos parámetros hematológicos conducentes a una mayor capacidad de transporte de oxígeno y consecuentemente una mejor economía de carrera.
Estas adaptaciones fisiológicas destinadas a habituarse a la vida en altitud, son conocidas y utilizadas desde hace décadas en el mundo deportivo, montañismo (aclimatación a la altura) y deportes de resistencia (mejora aeróbica) principalmente, aunque no solo a la esfera de deportes de resistencia se ciñe su uso ya que en disciplinas cuya vía energética principal sea la anaeróbica, la capacidad de una mayor oxigenación puede ser utilizada estratégicamente para mejorar la recuperación y por tanto ser capaz de sostener mayor carga trabajo en las sesiones/ciclos de entrenamiento.
¿Cuál es el estímulo causante de estas adaptaciones? El influjo de la presión parcial del oxígeno en sangre y sus variaciones a la baja. El porcentaje en que se satura la hemoglobina con oxígeno determina el contenido de oxígeno en nuestra sangre y la disminución de este porcentaje desencadena el HIF (factor inducible por hipoxia) y la cascada de reacciones necesarias para recuperar la homeostasis, entre ellas, la segregación de Eritropoyetina (EPO). Entendido esto, se comprende que la regulación de la saturación de oxígeno arterial es la clave para iniciar estas “mejoras” adaptativas.
Los equipos generadores de hipoxia entregan un determinado porcentaje de oxígeno relacionado con la altitud simulada correspondiente; pero, si en lugar de atenernos a un indicador de entrega teórica, pudiéramos medir de una forma más precisa la saturación de oxígeno que realmente está alcanzando la sangre, ¿no deberíamos guiarnos preferentemente por este sistema fiable y de relativo bajo coste para regular el trabajo hipoxico? Claramente si, y aquí es donde entran en juego los pulsioximetros.
Los pulsioximetros monitorizan instantáneamente el pulso y la saturación arterial de O2 con lo que podemos conocer con exactitud este parámetro y regularlo en consecuencia según nuestro propósito individualizando al máximo el entrenamiento.
La seguridad es otro aspecto importante a destacar del uso de pulsioximetros ya que disponen de alarmas de saturación arterial de oxígeno y/o de pulsaciones, tanto de máxima como de mínima con lo cual se hace fácil mantenerse dentro del rango de saturación de O2 deseado y además, en caso de que la entrega de O2 cayese peligrosamente, el pulsioximetro nos lo indicaría. Esto es muy útil en hipoxia en reposo durante la fase nocturna, habitualmente utilizado por deportistas para mejora de rendimiento a nivel del mar, resultados medios de saturación arterial de oxígeno por debajo de 90% pueden indicar una altitud simulada excesiva, con lo que su asimilación así como el sueño pueden verse alterados.
En síntesis, si realizamos trabajo hipoxico, el indicador más preciso que podemos utilizar es la saturación arterial de oxígeno y para medir esto contamos con la gran ayuda del pulsioximetro.
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