Termoregulacion
El mantenimiento del cuerpo humano requiere numerosas reacciones químicas que funcionan mejor a una determinada temperatura corporal.
Se nos describe como homoeotermo o de sangre caliente y necesitamos mantener una temperatura central relativamente constante para que estas reacciones químicas, llamadas metabolismo, se produzcan de forma óptima y para que la producción de movimiento mecánico sea eficiente.
Cuando se realiza una actividad física la temperatura corporal se eleva debido al aumento de la tasa metabólica necesaria para satisfacer las demandas aumentadas de energía del ejercicio.
Desde el punto de vista de la eficiencia mecánica de la máquina muscular
aproximadamente el 25-30% del metabolismo se convierte en trabajo mecánico mientras que el restante 70-75% se convierte en calor. Se entiende entonces la gran cantidad de calor que se produce en nuestro organismo mientras se realiza un ejercicio de alta intensidad, lo que puede traer problemas a la hora del mantenimiento estable de la temperatura central. Además del calor proviniente del metabolismo muscular, más energía calorífica puede ser adquirida por la exposición al sol en forma de calor radiante o corrientes de convección.
Con el fin de preservar la salud y el funcionamiento óptimo del organismo, se debe encontrar la manera de disipar este calor.
Normalmente en una situación de reposo, la temperatura central es de unos 37 °C y puede llegar a 39 °C o incluso bastante más en algunos individuos durante el ejercicio, con o sin efectos adversos.
Existen diversos mecanismos homeostáticos empleados por el cuerpo en un intento de mantener la temperatura corporal dentro de límites estrechos. Durante el ejercicio el mecanismo inicial en este intento de mantener estable la temperatura corporal es aumentar el flujo de sangre a la piel ya que la sangre actua como conductor del calor; para ello se produce una vasodilatación en los territorios cutáneos lo que trae consigo que la sangre se desvíe de los músculos en actividad para eliminar el calor en la piel.
Por lo tanto, se produce una competencia entre los mecanismos que mantienen un gran flujo de sangre a los músculos que se están ejercitando y los mecanismos que proporcionan la adecuada termorregulación.
El calor del cuerpo se pierde por radiación, conducción, convección y evaporación:
Radiación:
Es la transmisión de calor de un objeto a otros que están a menor temperatura mediante ondas electromagnéticas. El intercambio de calor por radiación depende de la influencia directa del sol sobre el cuerpo y de la temperatura de los objetos circundantes: suelo, carretera, muros, etc. Estos elementos pueden modificar la temperatura de la piel.
Por regla general, el medio circundante es más frío que la superficie de la piel y la irradiación asegura una eliminación de calor. Pero cuando se está expuesto directamente a los rayos solares, grandes cantidades de calor son absorbidas por el cuerpo y deben ser disipadas por otros mecanismos.
Conducción:
Es la transmisión de calor entre dos objetos de temperaturas diferentes que se tocan. Va a depender de la diferencia de temperatura y también de la conductibilidad de los cuerpos en contacto. Lógicamente la adopción de chalecos refrigeradores (Cooling Vests) o similares, puede aumentar significativamente las pérdidas de calor mediante la conducción.
Convección:
Es la transmisión de calor de un medio a otro gracias al desplazamiento del aire calentado. La cantidad de calor eliminada por convección depende de la diferencia de temperatura entre el aire ambiente y la superficie de la piel, y de la velocidad relativa del aire en relación al cuerpo.
Evaporación:
La evaporación del sudor de la superficie de la piel es la forma más eficaz de eliminar el calor del cuerpo. Si el sudor no se evapora no tiene efecto refrescante. Por cada gramo de sudor evaporado el cuerpo pierde 0'58 kilocalorías.
Cuando llega el sudor se evapora, se enfria la superficie de la piel causando una transferencia de calor de la sangre. La sangre enfriada regresa al interior del organismo donde absorbe el calor generado por los órganos internos (incluyendo los músculos) y el proceso se repite.